Nota de la solapa
«Exacto, chicos, antes de crear juegos hay que saber quién va a comprarlos y cómo engatusarlos para que los adquieran en nuestras redes de venta. (...) Debemos aprovecharnos de sus defectos y de manera indirecta, subliminal, alentarlos…. Cuando más fracasados se sientan, más comprarán nuestros juegos para fabricarse artificialmente satisfacciones y triunfos». Los Tecnopadres 2, La escuela penitenciaria de Nohope, Alejandro Jodorowsky
Contraportada
Nacemos y nos rodean los juegos; los necesitamos. Y así va a seguir siendo hasta que se nos cierren los ojos. Mientras existimos, jugamos, es propio a la especie; pero no solamente a la nuestra. Antes de que el homo sapiens caminara por el planeta el juego ya existía. Hoy sigue existiendo, pero se enreda con lo más moderno, con la tecnología más flamante: periféricos, pantallas, algoritmos, interfaces, datos procesados… son ahora el soporte del juego que se empodera como videojuego. Sobre esto versa este ensayo. Sobre la presencia del juego en lo que existe. Sobre lo más menudo de las cosas nimias. Sobre lo que hacemos cuando no tenemos nada que hacer. Sobre lo ancestral que se atavía con lo novísimo para seguir estando. Y, sobre ello, damos vueltas a dos voces desentrañando claves, desnudando al algoritmo, señalando al héroe que perdura por mil partidas. Porque en el juego conviven el azar y la necesidad, la norma y la anarquía; es el campo de lo imprevisible que emana de la determinación de la regla. Este ensayo avanza desde los bits del avatar a la carne del cuerpo y versa sobre lo que está anclado en lo más profundo de nuestro ser. Dos voces que dialogan, también discuten y a veces se refuerzan en el punto común. También dos voces que comprometen un canto en torno a una realidad no tan evidente. Como no podía ser de otro modo, este libro también es un juego.